Cierto Borges, los senderos se bifurcaron…

En tus brazos tuve la oportunidad de ser otra, de estar conmigo sentada en el bosque encantado donde sólo soy elfa. La elfa que siempre rendida a tus pies recitaba las palabras mágicas que se transformaban en la realidad que puede tocarse con la mirada y sentirse con la piel. Siendo elfa soy la otra que metida en mí te adora en el santuario de los pensamientos púrpuras, que te unta con gotas de sudor de su pecho y te acaricia con el deseo de los suspiros lejanos, esos que logran tocar tu imagen de frente, pero tus ojos ausentes de sus pupilas, niegan el asidero del ser que los contempla.

Mis palabras son el dibujo burdo de tu cuerpo desnudo sobre el pensamiento de Dios. En tu espalda no hallé columna, no hallé base, ni fuentes, ni culpas. Una espalda simple con olor a almizcle que ignoró su poder y ahora cosecha la condena de una felicidad legendaria dirigida por la dinastía de lo corriente. No percibe su melodía, ni los cantos diurnos de los duendes que gobiernan entre caracoles rojos. Un cuerpo quedo redimido a su elemental pornografía.

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