Corrientes interruptus

Tres o cuatro pelos genitales en el jabón. Catrina lo desecha, maldice en voz baja a Héctor y pone uno nuevo sobre la bañera. El timbre del celular queda indefenso entre la consistencia de las burbujas y el disco de Rammstein sonando a todo volumen. Cabello envuelto en toalla, piernas cuidadosamente depiladas, ojeras tonificadas, trece llamadas perdidas en el teléfono. Maldice con más fuerza a su ex; entre tantas personas con historias que tienen su número, él tenía que ser el único que debía darle la noticia sobre un trabajo por el que estuvo soñando casi un año. Entrenarse en Europa por dos meses para dirigir una transnacional en el país que fomente los negocios en red dejaba de ser encantador si se le sumaba un ex. Héctor no tendría problema, siempre aceptó la condición de no preguntar nada sobre las parejas anteriores de Catrina. Nada sabía.

Un hotel cómodo, comida exquisita y clima agradable; eran las frases de Catrina por el teléfono después de aterrizar en Suiza. Héctor le hablaba mientras observaba en cada marco de ventana, en cada tecla del computador, en cada papel archivado, la carencia de la que siempre huyó y sin dejar de sentirse mediocre en aquella oficina, contestaba las preguntas de su novia con una emoción estoica, que, desde una voz bien modulada ella no podía percibir.

Catrina respondía favorablemente al entrenamiento. De los cuatro representantes de su país, quizá ella sería la designada como gerente. Las llamadas eran menos frecuentes entre ella y su novio. Ninguno lo notaba. Ambos trabajaban. En Zurich la comida le sentaba bien.

Tres meses después el disco que suena en el baño a volumen moderado es de Chopin, las burbujas de la bañera tienen una consistencia distinta a la de la copa, Catrina observa el jabón usado sin pelos, revisa su teléfono sin novedades y sonríe plácidamente.

Comentarios

Entradas populares