UNA MALDICIÓN DE AMOR Y TRES CARTAS DESESPERADAS

CARTA 1

Querida Laura:

Te debe sorprender que te escriba, imagino que al ver el buzón de entrada sospechaste que algo no anda bien; disculpas en primer lugar por recurrir a ti sólo porque me hallo en un conflicto emocional por la razón que conoces y odias. Justo ahora que te escribo debo confesarte que estoy al borde de la locura. Aún la amo pero eso no me evita reflexionar sobre las razones que he tenido para enamorarme de una mujer como ella. La famosa ley de los contrarios que se atraen ha sido la respuesta bajo la que me he refugiado estos años. Sin embargo, esa chica tiene actitudes que no se limitan a ser contrarias a las mías sino de otro sistema lunar. Creo que ese estado de paroxismo constante y confusión en el que me encuentro sumergido es el que me hace imposible separarme de ella. Creo que estar al borde de la locura esperando siempre una muerte súbita le da a mi existencia esa dosis de vida que durante años me negué por los prejuicios familiares.

Laura me siento muy estúpido mostrándote este tejido de contradicciones. Pero necesito expresarlo y sentir el alivio cuando el monitor muestre “Su mensaje ha sido enviado” en espera de una alentadora respuesta tuya.

El detonante por el cual te escribo fue una pequeña discusión hoy que me hace sospechar de su fidelidad. Por curiosidad he tomado el teléfono y he leído “Yo también te necesito” ningún nombre registrado, su defensa: una amiga del interior. Entre tantas cosas que se me ocurren he pensado que lo hizo adrede desde un teléfono ajeno para llamar mi atención y luego tentarme a tomar su teléfono sobre la cama mientras se duchaba. Entonces creo que ella no me engaña sólo me quiere tanto que necesita toda mi atención ¿Cierto Laura? Tú eres mujer tú debes confirmarme que es así.


CARTA 2

Laura:

Aún no me respondes la carta que te envié anoche, es extraño, que no lo hayas hecho, siempre estás al tanto de tu correspondencia electrónica o ¿Acaso ya no soy el favorito de tus amigos? Te escribo desde su laptop, la de ella, quizá me gusta alimentar el morbo de padecer como víctima. Anoche después de escribirte llegó a casa disculpándose porque tenía que salir con la amiga del interior que llegaba a la ciudad (la del sms). Estaba tan hermosa, una cena elegante de reencuentro me dijo, usó el mejor perfume, el vestido ajustado le acentuaba su menuda cintura, la belleza que destilaba me había hecho levitar sobre mis dudas y me sentía en paz frente a su rostro sublime hasta que de espaldas frente a mí levantó su cabello y me pidió que le ajustará bien la cremallera; caí de mi levitación como un plomo para sentirme realmente estúpido. Subir la cremallera lo visualicé como un ritual medieval donde la víctima deja una dedicatoria con tinta rosa en el mazo del hacha del verdugo, cual recuerdo de secundaria. Laura, le pedí que me llevará a conocer su amiga y respondió “le he hablado de ti, pero no le agradas, hoy le preguntaré cuál es la razón, te quiero muñeco” me dio un beso en los labios cerrados y el portazo de la puerta lo sentí como el hacha rozando mi cuello. Debí seguirla, Laura, debí , aunque la verdad, no sé ¿Crees que debí seguirla? No la seguí, no quería confirmar sospechas o no quería acabar con este tormento que me estremece. A veces sueño que la mato, introduzco mis manos con fuerza en su vientre, extraigo y mastico sus ovarios, su matriz, su cuello uterino, al final eructo y despierto. El mismo sueño un par de veces, tú manejas el sicoanálisis Laura, dime qué es, dime qué me pasa, Laura yo quiero que me salves.


CARTA 3

Lau:

He releído las cartas anteriores para distraerme de la ausencia de tu respuesta y me he percatado de algunos gazapos sintácticos y ortográficos comprenderás la premura con la escribo para que no se escapen los detalles de mi emoción, además, conoces los pormenores de mi trabajo como corrector de textos, y pues, detrás de un gran trabajo mediocre siempre hay un buen mediocre. Por otro lado, Laura, quiero comentarte que ella y yo anoche hicimos el amor, sé que no debería ser tan gráfico, y a estas alturas ya no sé que tan idiota estoy siendo al contarte todo esto, considerando que hace poco confesaste que estabas enamorada de mí, pero como te dije sólo a ti sé acudir en este caso por tu confianza, serenidad y racionalidad. En fin, anoche, al final del sexo, mientras la veía dormir pensaba si había fingido los dos orgasmos que me hizo notar, si alguien más le daba orgasmos, si me los fingía sólo a mí. Laura, debo confesar que al verla dormir con tanta tranquilidad mientras yo estaba atormentado por la duda, tuve ganas de despertarla con un beso violento y penetrarla nuevamente apretando su cuello hasta que me dijera la verdad, toda la verdad. Merezco la verdad, Laura. Lo sabes. Aunque en el fondo no sé qué verdad quiero. Pero la quiero, como a ella. No la desperté, la contemplé con odio y con amor hasta el amanecer. Como si hubiese encontrado la luz al final del túnel.

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¡¡Coño Laura, Responde!!! Necesito saber si estoy enamorado de una puta, ¡Maldita sea!

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