GANADO BOBUNO

    En la distinción básica de los verbos “ser” y “estar” emergió una duda desde mi pantanosa ingenuidad: ¿Se es bobo o se está bobo? Salir a la calle, sentarse en la plaza, ir al supermercado, chuparse los dedos, andar en el carro, en el transporte público, hacer la cola, mantener la cordura, perderla, parir una idea, escribirla, desecharla, enviar un sms, etiquetar una foto en Facebook, negar una felación, revisar cuentas ajenas en Twitter, comer en familia, bañarse descalzo, dejar de beber, seguir bebiendo… muchas cosas podemos considerar una bobada por su falta de importancia o trascendencia. Pero lo insignificante puede juntarse en cantidades notables y crearse una gran bobada, bobadas que, al final, son las que definen la trayectoria que como individuos y sujetos sociales hemos transitado, bobadas que seguiremos haciendo para sobrevivir, convivir y sentirnos necesarios; como elegir a algún representante político cuyas acciones reprocharemos pública o íntimamente, por (la bobada de) subestimar su o la condición humana. Ahora bien, para intentar responder la pregunta inicial (después de pensar tantas bobadas), solo se me ocurre creer que sí: se es y se está bobo, y que las mejores “realidades” están reservadas para los que son bobos, ya que sumergidos en su condición (gracias a la permanencia del atributo que ofrece el verbo “ser”), desconocen cualquier tipo de consecuencia por sus acciones. Por otro lado, los que están bobos, al salir de su estado bobuno (por causa del tránsito de “estar”), un malestar de culpa, negación y frustración los hace padecer por su lapso de hipnosis.

   Ahora bien, es natural que de una duda surja otra, entonces me pregunto si como ganado bobuno nuestra base dietética estuvo orientada en algún momento por el consumo de Loto.

  Finalmente, queda claro que mi duda inicial también es(tá) boba.

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