Hombre bobo en país

A un hombre bobo escóndele que eres inteligente, creerá que compites y buscará la manera de "ganar" argumentando verdades sin tener razones. Será su herramienta para exponer continuamente su bobería, aunque crea que le sirve para ocultarla.

Si notas que te gusta mucho y lamentas que es muy bobo, estás intentando redimirlo de su condición; le ofrecerás sexo compasivo, no te hará sentir culpable porque es muy bobo para darse cuenta. Al final, admitirás que te satisfizo el morbo de recibir orgasmos de alguien como él.

Cuando el hombre bobo descubre que la persona que corteja es lista, acudirá a los textos que ha leído y ha dejado de leer para citar a mansalva sin importar contradecirse (y sin opinión propia) porque es un bobo.

Un hombre bobo no siempre es un hombre tonto, aunque involuntariamente lo intente. Sin embargo, es asiduo de la obviedad con ornamento.

Poco a poco vas descubriendo cómo reconocer hombres bobos, los toleras, ya no te despiertan compasión, los aceptas como parte esencial de tu "egosistema".  Descubres, por ejemplo, que los hombres de alta calidad en bobería son los que intentan emular a un famoso porque eso los acerca al "éxito" (término de ingenuidad colectiva). Caso común el de los que se hacen llamar “poetas” e insisten en marcar distancia usando la palabra “poetisa”.

Hombres bobos hay en todos lados, lo curioso es que abundan en lo que con cierta pedantería se conoce como “ámbito intelectual”, entre los que cuentan artistas plásticos, escritores, escribidores, ególatras, escultores, suertudos, pintores, diseñadores, aduladores, arquitectos, muchos más. Probablemente, el hecho de que el rubro que se maneje sea el intelecto, hace que algunos se vean obligados a usarlo y de ello resulte la falta de dominio en el sentido común, la reflexión y la autenticidad, discapacidades que les permiten desarrollar aptitudes para best-sellers y partidos políticos.

A pesar de tener vocación de perro faldero, el hombre bobo aullará en luna llena tratando de localizar su manada invasora. 

Quizá, esto lo diga desde mi condición de mujer boba y eso explique el acento de berrinche sexista, porque no puedes andar con bobos sin aprender a aullar.

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