LOS VASALLOS (por Pepe Barroeta)

Andan como líquidos por los
espejos. Abundan y no están en
ninguna parte;
omnubilados por querer permanecer
en todas las estancias,
huecos,
sin sol y sin lluvia,
perdidos.
No poseen caballo.
Sueñan con la hermosura de las bridas
del amo
y permanecen en el duermevela
como subterfugio,
hirientes,
más que en la miseria,
aterciopeladas sus pieles por el deseo.
Apuestan,
apuestan siempre al dueño,
a la ligereza del corcel en que este
anda.
Son quienes saben todo,
prestidigitadores en quienes el cielo no hace
cerco,
rompedores de cáscaras del alba;
afines a la mierda que guarda el sol.

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