Sin serie, pero serio
(I. El lenguaje y la lectura en
el oficio)
Acá no hay asesinatos en serie. No
queda tiempo para eso. Hay necesidades básicas que satisfacer, urgen y toca dejarle la creatividad criminal
al artista. Mientras te ocupas en destazar un cuerpo podrías estar apuntando
otros y generando ganancias con sus zapatos, su celular o la tarifa de sicario.
Es un asunto práctico. No estamos en un país que priorice los razonamientos y
las estrategias, que son de las que se vale el asesino en serie, como para
venir nosotros a contrariar el sistema. Sin embargo, para no quedar mal con el
jueguito de palabras pueden llamarnos “una serie de asesinos” porque eso sí
somos, bastantes y seguiremos creciendo. El negocio seguirá masificándose sin
pudores y eso opacará más el estatus del oficio frente a otros países,
estaremos más del lado de Centroamérica; casi niños matando por bicicletas,
pelotas, muñecas. Porque son niños, tienen hambre, pero también quieren jugar.
A los diez o trece años, ya quieres ser adulto, pero la infancia la tienen en el
tamaño de las manos y cuando cogen el arma se nota.
A veces uno se levanta con ganas
de no matar, de salir tranquilo, pero no se puede. Mi mujer siempre pide algo
para ella o pa’ los chamos, y pues, es de gente ser bueno con la familia. Y
estar tranquilo es difícil, no sabes quién te pueda reconocer. Comencé a
estudiar en la Universidad Bolivariana, pero no me daba tiempo atender tantas
cosas, dos veces he abandonado la universidad. Cuando puedo leo. Una vez una
chama me entregó el celular sin rollo, pero cuando vio que le quité el bolso
con libros, lloraba, que no eran de ella, decía, y pues sí tenían sellos. Así
poco a poco paseándome por la avenida de la universidad he armado mi biblioteca,
lo mío es la Ciencia Ficción. El diccionario lo reviso cada vez que leo, la
biblia cada vez que salgo a la calle.
(II. Pausa para cigarrillo y
cruce de piernas)
No es que uno no tenga
sentimientos, yo por ejemplo no mato pa’ robar, solo los que me encargan, nada más, y pues,
tú sabes que eso es negocio, nada personal con el signo. Cuando Maduro pidió el desarme voluntario, yo lo hice, pero
qué va mi reina, el guayabo por mi “flaca” fue muy grande. Era como si hubiese
entregado a mi hija, luego con unos contactos la recuperé. Uno se cae a
pasiones un rato y luego se da cuenta de que no tiene otra cosa para
sobrevivir. No es que mi talento sea ese, mi talento es la puntería, lo mío era
ser pelotero, pero el que se desvió fue el destino, no yo. Y no te voy a negar,
cuando uno ve que es bueno pa’ una vaina y ve que no solo se gana plata, sino
prestigio, comienza a gustarle.
(III. Conclusiones)
Los gringos que no tienen necesidades básicas y más tiempo
para pensar pueden matar con imaginación y en serie. Acá queda tiempo para vestirse
pavito y comer de vez en cuando en la
calle. Y pues, nada chamita, eso es lo que pienso del asesinato en serie.
Bebamos algo.
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