Ocho Meses

Enorme y hermosa barriga. Ocho meses y diez kilos de más. Los rastros de su belleza aún son muy evidentes. Su piel se ha agrietado poco. El árbol en el que quiso convertirse su barriga ha echado mínimas raíces. Su cuerpo aún torneado por el pilates o por los genes no deja de apetecerme. Francisco es mi nombre, el de ella Natalia Arango, ambos de 34 años de edad, padres primerizos, superamos un aborto espontáneo, eso prefiero creer. Tenemos planes de casarnos cuando sea necesario, cuando algún crédito del banco lo exija. Me gusta cogerme a Naty preñada y desde sus seis meses he desarrollado una fijación por las negras culonas. Cogérmelas en cuatro patas. A pesar de que no quiero vestigios de Naty en ellas, abrazarles el culo me hace recordar su tierna panza ochomesina. Acabo aferrado a unas movedizas nalgas negras. Me gusta hablarles de mi hijito, a todas les gusta su nombre: Iván. La verdad todo lo que les digo del embarazo les gusta, quizá esperanzadas en un par de billetes más. Amo tanto a Naty que la sofocaría expresándoselo a ella sola. Esta noche se acercó una rubia pálida como mi mujer. No me gustan las putas blancas, le dije; soy Francisco y también seré padre. 

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