Comillas

Soñé con un perro de tres cabezas. Yo salía de un túnel esperando encontrar la fulana luz, pero era él quien se asomaba pintado, sereno y blanco. Solo ladraba con una de sus cabezas, las otras dos atendían los ladridos que coincidían con cada latido, del mío, mi corazón. En la penumbra la confusión era clara: ¿él estaba vivo o yo estaba muerta? La respuesta también lo era: un sueño chorreado de deseo. Con una de sus cabezas observadoras se acercó: “Pensé que no eras real”. La tercera cabeza musitaba una risa al mirar mi ropa, mis pies y mi miedo a despertar, a no ser real. La cabeza que ladraba se silenció para comenzar a escupirme lápices. Arrodillada alcancé a mostrarle un par de párrafos escritos en las palmas de mis manos, inmediatamente las otras dos cabezas comenzaron a hablarme rápida y simultáneamente de la familia, de la desconfianza, del amor, de los niños, de más perros. También, logré gemir y arañar el aire cuando intenté contestar, caminar, acompañar. No sé si desperté en ese momento o cuando pensó que no era real.

Comentarios

LordDJ´s Poetry ha dicho que…
Intenso remordimiento. No sabía que la ignominia era una trinidad:ira, vanidad y curiosidad.
Monocronía onírica.

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