Venezuela: Del culto al culo a la cola redentora
El culto al culo ha sido
reemplazado en Venezuela por el culto a la cola, es muy triste lo sé. En lugar
de pararse a esperar horas por un producto, o dos, frente a un supermercado, lo
que debiera motivarnos a levantarnos en las mañanas es la posibilidad de admirar
culos en movimiento como un acto volitivo, o no, consecuencia del dinamismo en
el trabajo, la computadora, la calle, el bus, el estacionamiento y, por qué no,
en la iglesia. No digo que en una cola no puedas admirar un culo, pero es algo
que debes dejarle a la suerte de la inmovilidad de muchas horas donde el único
dinamismo está en la posibilidad de colearte para llegar más rápido a comprar
un producto, o dos. Que debemos comer y que las colas nos quitan la mitad de la
vida, es cierto, pero que tenemos la otra mitad para dinamizarla con todo lo
que esta crisis aún no ha podido anular, también lo es. Todo esto a propósito
de algunas personas que me han sorprendido haciendo desde sus oficios o
profesiones cosas admirables propias de la negación al estatismo: siete
músicos, siete diseñadores, un ilustrador, una costurera, dos escritores, tres
fotógrafos, tres médicos, una cocinera, dos boxeadores, muchos estudiantes, todos
ellos todavía aquí porque decidieron quedarse o no logran reunir para irse. En
cualquier caso están movilizando sus propios culos como resistencia a la cola,
la victimización, la abulia o al cursi discurso apocalíptico donde se nos
pretende paralizar.
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