Victoria, venezolana

Hay un ineludible pulso filosófico en la literatura venezolana, y le pertenece a Victoria De Stefano. Qué entra y qué sale del protagonista de Paleografías no determina el centro de la novela, en su lugar lo hace la posibilidad del arte para (re)presentar estos desplazamientos en la pintura y finalmente en la escritura. Pienso en Samsa, Bartebly y el protagonista de Peleografías como reflejos de esa tensión bipolar entre lo externo y lo interno, un tipo de animalidad que, como lo plantea Gabriel Giorgi, no está determinada por la metáfora, sino por el cuerpo no figurativo, un borde que no termina de formarse. Es una potencia del cuerpo en estos tres personajes que despliegan transformaciones frente a la mirada inquieta del otro que intenta precisar lo que observa.

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