
"...llegamos a Harlem, lo abracé para susurrarle chistes racistas propios de blancos insolentes, nos reímos durante toda la caminata interrumpidos por besos, saludando a los locales con cinismo infantil. Helado y nueces en la acera, saciados.
Eructos, risas. Besos.
No éramos el uno para el otro, éramos de otra gente, pero muchas veces nos tuvimos..."
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